La noche del 31 de octubre
está marcada en el calendario de los y las gallegas desde tiempos históricos, aunque durante muchos años permaneció muy olvidada. En esa noche, de carácter mágica, nuestros ancestros hicieron la celebración que daba paso definitivamente al invierno. Las culturas del norte celta, que tanto influyeron en nuestra fachada atlántica solo diferenciaban dos estaciones: en el último día de octubre terminaba un fructífero tiempo de cosechas y comenzaba la larga noche invernal. De hecho, etimológicamente en gaélico su significado es “final del verano”.

El origen de los disfraces
en esta jornada se remonta a la costumbre de algunas, sobre todo las personas iniciadas en los rituales de la alquimia y la brujería, de cubrirse con pieles y máscaras para así despistar a criaturas maléficas como fantasmas y espíritus. Tan arraigada estaba la tradición entre nuestros antepasados y antepasadas que incluso sobrevivió a la llegada del cristianismo, enemigo declarado de las creencias paganas. Desde entonces, muy venida a menos, se guareció en las aldeas y vecindades del norte de nuestra provincia hasta que hace algunas décadas resurgió tomando nueva fortaleza y extendiéndose por toda Galicia gracias a la ayuda de las personas estudiosas de la tradición y el patrimonio cultural.

El pueblo irlandés
vaciaba nabos y en el hueco interior colocaban un ascua ardiente para guiar a sus personas difuntas y acercarlas al mundo de los vivos/as en esta noche mágica. Las calabazas, que tardaron en llegar décadas a los campos de los/las agricultores/as de estas regiones sustituyeron a los nabos acompañadas ahora de velas en su interior y exterior, para proseguir con su labor de guía de los muertos. En Galicia acompañaban al bodegón de la noche melones, castañas y patatas, aparte de los consabidos y mencionados nabos y calabazas.


¡Qué miedo!
La del Samaín es una noche de recuerdo de nuestros antepasados y antepasadas. En la tradición gallega el terror ocupa un segundo lugar, aunque es tan fácil sucumbir al pavor cuando hablamos de muertos y personajes venidos del mundo de la noche y el invierno…
La comitiva difunta
de la Santa Compaña tiene su origen en esta noche… ¡Es muy importante evitar su cercanía! Una persona viva preside la procesión de almas penitentes de fallecidos/as. Solo pasará su testigo y recobrará su libertad arrebatada si consigue que otra persona comience a penar en su lugar.
¡No es una noche para entretenerse! Quizá las almas de las personas fallecidas elijan nuestra mesa de la cena para darse un festín. O para refugiarse del frío cerca del hogar. Por esa razón, en esta noche es mejor levantarse sin recoger los restos de platos y pucheros y es efectivo dejar un fuego intenso por si necesitan cobijarse. ¡Esto no contrariará a los venidos del otro mundo!

¿Es el Samaín la festividad americana de Halloween?
Efectivamente ambas están muy emparentadas. La americana llegó a través de colonos que, procedentes de los territorios del Reino Unido, emigraron hacia EEUU en los siglos XVIII y XIX. En ese momento llevaron consigo sus tradiciones y entre ellas, la de la noche del 31 de octubre. Desde entonces se ha popularizado mucho y ha sufrido desvirtuaciones comerciales muy propias de su sociedad tan mercantilizada y publicitaria. Por lo tanto, la fiesta de Halloween tiene origen en la fiesta de Samaín pero ha sufrido en su interpretación bastantes cambios.
